Ruta La Vilella Alta y Baixa
La Vilella Alta es un municipio situado en el valle que configura el riachuelo de Scala Dei, hasta poco antes de su confluencia con el río Montsant, dentro del término vecino de la Vilella Baixa. A la derecha del río se alzan los riscos de Montalts. El término es accidentado por las vertientes meridionales de la sierra de Montsant. El pueblo se encuentra alineado alrededor de la calle Mayor, sobre una línea de sierra y las vertientes adyacentes, un poco elevado respecto al riachuelo de Scala Dei, que transcurre atravesando la totalidad del término municipal a los pies de los riscos dels Montalts.
El término es accidentado por las vertientes meridionales de la sierra del Montsant. El pueblo, situado encima de una colina, es el único núcleo de población del municipio. La agricultura es la principal actividad de la población, aunque más de la mitad del territorio se mantiene yermo con bosques, pastoreo y matorrales. El cultivo más importante es la viña, que actualmente ha experimentado un ligero incremento. Lo siguen en orden decreciente los almendros y los olivos. El regadío es muy escaso. En el año 1933 se constituye el sindicato de agricultores, hoy cooperativa agrícola.
Sobre la fundación del municipio existe una leyenda que la atribuye a dos hermanos llamados Vilella, que fundaron simultáneamente La Vilella Alta y La Vilella Baixa. Esta leyenda no tiene demasiado fundamento histórico, ya que según parece La Vilella Baixa tiene un origen mucho más antiguo.
A lo largo del siglo XVII, La Vilella Alta aparece nombrada indistintamente como Vilella d’Amunt (Vilella de Arriba) y Vilella de Dalt (Villella de Encima). A finales de siglo abunda el nombre de La Vilella Alta, que se impone definitivamente a principios del siglo XVIII.
La Vilella Baixa es otro municipio del Priorato, situado al abrigo de la sierra del Montsant, en la confluencia del río Montsant y el riachuelo de Scala Dei. El fuerte desnivel de la colina donde se encuentra situado el núcleo antiguo ha obligado a construir casas de siete u ocho pisos con entrada principal en la cuarta o quinta planta. Este hecho da al pueblo unas características únicas y singulares. En su libro Viatge al Priorat, el escritor Josep M. Espinàs denomina a estas casas como los “rascacielos del Nueva York del Priorato”.
El pueblo, a 214 metros de altitud, se encuentra sobre unas rocas, bajo las cuales corren las aguas de los dos ríos. Es la puerta de entrada por el sur al Parque Natural de la Sierra del Montsant, cuenta con un punto de información turística así como itinerarios de senderismo que permiten disfrutar del paisaje y de su patrimonio natural.
La economía del pueblo se basa en la agricultura. La viña es el principal cultivo, seguido de los olivos. Las dos cooperativas del pueblo elaboran vino tinto, vino blanco y aceite. El vino tinto de la Vilella Baixa es un vino finísimo, de características inmejorables. La cooperativa ganó el primer premio y la copa de la Generalitat en el III concurso de vinos de la DO Priorato el año 1979.
El antiguo nombre del pueblo era «Vilella de Baix» («Vilella de Abajo»), así está documentado en un libro de matrimonios del pueblo de La Torre de l’Espanyol del año 1712. Cuando se castellanizaron los nombres de los municipios, durante la época de Felipe V, se lo conoció como Vilella Baja y, posteriormente, al volver a traducirlo al catalán, quedó como el ya conocido de La Vilella Baixa.
Aunque el origen de la villa que domina el valle del río Montsant data de la época de la dominación árabe, es muy probable que a causa de su situación privilegiada el lugar fuese habitado desde mucho antes. Probablemente son construcciones moriscas su primer recinto amurallado y el castillo, los cuales después de la Reconquista y formando ya parte de la baronía de Cabassers, fueron continuamente reformados.
En el repertorio gastronómico merecen un punto y a parte las cocas azucaradas, el aceite, el vino de la DOC Priorat y los embutidos artesanos.
Desde hace poco tiempo, el atractivo de esta villa puede admirarse tanto de día como de noche, sobre todo desde lo alto del «coll de l’ermita«, ya que se han instalado luces de sodio, de color naranja, que de noche llenan de vida casas y calles.